domingo, 10 de abril de 2016

Para recibir.



Me gusta la máxima de menos es más. Muchas veces los elementos más sencillos o denostados pueden proporcionarnos la clave para encontrar un espacio diferente. Este, que podéis observar en las fotos, lo he creado, basándome en este principio. Un sofá viejo que, probablemente habría acabado en la basura, fue la clave. Estaba, junto con otros muebles, en el piso que compramos para reestructurarlo. Era de terciopelo granate, muy similar a los que conformaban los hogares de nuestras madres. Estaba muy sucio, pero la estructura era muy buena, de madera maciza, y los muelles del tapizado también. Por eso aposté por él. Así que lo puse en manos de un tapicero y opté por una tela gris, de trama muy fuerte, en consonancia con los colores del resto del piso. Tapizar con estampados, rayas o cuadros reduce la paleta,aunque parezca lo contrario; los fondos neutros te permiten aplicar notas de color, ya sea en cojines u otros objetos decorativos. Yo me decanté por estos cojines. Además, opté por una mesa muy pequeña, lo justo para ese rincón, en la que coloqué un punto de luz indirecta. Un cuadro, sin marco, que ya ha aparecido en otra entrada del blog, llena la pared, en armonía con los tonos del sofá y de los cuadrantes. Las patas y la media concha del centro del respaldo fueron decapados a mano por mí. Me gustó el color de la madera y decidí dejarla así.
No sé vosotros qué pensaréis, pero estoy contenta con el resultado: una pieza personalizada y diferente preside el recibidor de mi casa. Admito sugerencias. 
   Besos de domingo.

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