lunes, 18 de abril de 2016
Un té especial.
La taza, con la imagen del conejo o ¿liebre? es de hace poco; el mantelito, con un dibujo similar, es de hace mucho. Pero casan, y eso es lo importante. El primero me lo trajo mi hija de Londres, el segundo lo pinté hace ya unos años, en una tela de hilo. Por esas casualidades-yo, dicho sea de paso, no creo en ellas- se han juntado para formar un conjunto armónico, de eso no me cabe duda. Ambos se complementan hasta en la gama de colores, sobre un fondo, igualmente blanco. ¿Cosa de magia? No sé. El caso es que ahí están para deleitar a los sentidos, formando un tanden peculiar y único, con el que obsequiar, aparte de té o café, un poquito de belleza. ¿No os parece?
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Hace un tiempo que no te pongo comentarios, pero te sigo visitando. Qué bonito conjunto. Saludos.
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