El porqué de una idea

Esta entrada será diferente. Y es que necesito explicar con detenimiento la naturaleza de la idea, convertida ya en una realidad. "Instantes del tiempo atrapados en un cuadro". Ese sería su título.

¿Cuál fue el detonante? Pues mi viejo traje de bailarina. Después de sortear olvidos y épocas oscuras, me reencontré con él en el cuarto de los baúles de mi madre. Tenía un color y un olor especiales, con el paso del tiempo estampado en el satén y en los volantes. Y me pareció que debía guardarlo así para preservar ese nuevo matiz que había adquirido. Por casualidad-o no tanto- encontré un foto antigua, en la que aparecía con el traje, en unas comedias de mi pueblo. A pesar del blanco y negro, la foto tenía un encanto especial, con tonalidades muy similares al color que había adquirido mi traje de bailarina. Los brillos del satén y la inconsistencia del cancán sobresalían sobre un fondo indeterminado, como si fueran etéreos. Pensé, en esos  momentos, que un trocito de tiempo había quedado atrapado allí. Que vivía dentro de la foto. Y que yo tenía el elemento con el que poder tocarlo y verlo: el traje. Así que decidí reunirlos en un cuadro, como una prueba de lo que sentí en esos momentos. Momentos fugaces, pero, a la vez, eternos. Y, como he escrito en él, cada vez que lo miro, las lentejuelas y las lágrimas de cristal parecen tintinear en el satén perfumado por el paso del tiempo. Y también mis emociones.

Este cuadro, que os enseñaré mañana, fue el primero de una serie. Aunque son ya muchos, en todos he procurado que el hilo conductor fuera el mismo. En otras entradas os iré descubriendo parte de sus secretos.

Hasta mañana. Purificación.