¡Lo que puede dar de sí un retal¡ No sé quien sería el inventor del cojín, pero fue todo un hallazgo. Porque ¿Quien no ha tenido alguna vez este trocito mullido entre sus brazos?. Ha sido el soporte para canalizar sentimientos, energías o ilusiones. Nos hemos abrazado a ellos cuando soñábamos o estábamos tristes. O para liberar al sueño y, de paso, alguna que otra risa. Nuestro amigo más fiel. Desde que me recuerdo, me recuerdo con cojines. Los bordaba mi abuela. También mi madre. Y yo, como no aprendí el oficio, los pinto. Hubo un tiempo en que no hacia otra cosa, intentando atrapar en sus entramados, toda la magia posible, esa que me hace vibrar. Es así. Siempre ha habido un imán invisible, una fuerza, que, quiera o no, me conduce a ellas. Las veo, las toco y ya no puedo escapar a su hechizo. Así que, como si con ello estuviera cumpliendo con un rito ancestral, me dispongo a cortarlas y a crear. Porque se trata de eso: una manera de plasmar y hacer realidad la fantasía que me acompaña. Este cojín de la foto es uno de los muchos que han pasado por mis manos. El tejido no es el habitual, pero no hay tela que se me resista. Esta es un piqué fuerte, en el que es dificil estamapar la pintura. Aún así, cumplí con el reto. En él pinté una cestita con flores silvestres. Yo la disfruté mucho cuando lo hice. Lo mismo, o más, que la que es ahora su dueña. Seguro que la estará acompañando en esas siestas o anocheceres viveños, mientras lee un libro o, simplemente, mira las estrellas. Vosotros me diréis.
Ademas de pintar el cojin, pintas tambien las emociones. Las fotos preciosas.
ResponderEliminarNo esperaba menos de tu comentario. Has sabido captar lo que yo quería. Besitos...
ResponderEliminarMe encanta el cojín tanto el color fusia como la pintura, precioso
ResponderEliminarOtra vez, muchas gracias por el comentario, Celia. Besos.
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