lunes, 16 de septiembre de 2013

Un abanico de espirales plateadas.

Este año, al igual que otros en Extremadura, ha hecho y sigue haciendo mucho calor. Y para combatirlo tenemos el abanico, un remedio muy socorrido y que, además, llega cargado de recuerdos. Seguro que tenemos muchos asociados a este artilugio que ha superado muchas pruebas. Porque, a pesar de todos los inventos, sigue con nosotros. Nadie, como él, ha sabido  darnos buenos aires y, al tiempo, ahuyentar los malos humores acumulados en tardes inacabables de nuestro caluroso verano. Es cierto que nuevos aires enfrían las casas, pero, contra todo pronóstico, parece que éstos se multiplican, porque yo no dejo de verlos por todas partes. Y cada vez más bonitos y cuidados, como éste que os muestro. Para darle un toque más personal, me encargaron una bolsa, en la que estampé los dibujos geométricos reproducidos en él. Como contrapunto, una tela roja de topos blancos en el exterior y otra azul marino para el interior, muy similares a los tonos del abanico. ¿Qué os parece?
Por cierto, la muñequita de cerámica también se da aire con uno de ellos.

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