martes, 30 de julio de 2013

Un espejo como el de Alicia.

Tenemos para hoy unas fotos especiales. Son de un espejo antiguo que adquirí hace ya un tiempo. He de confesar que la restauración fue de un amigo, también amante de los objetos de almoneda. Yo sólo me limité a dar los toques finales, con cera de anticuario y a limpiar las filigranas de bronce de la parte delantera del marco. Como el cristal estaba casi corroído, también se cambió por otro, no tan antiguo. No sé si tendrá mucho valor económico, pero para mí, sobre todo, lo tiene sentimental. Aunque no se trata del mismo, me recuerda a uno que tenía mi abuela en una de las habitaciones que daba a un patio interior. Cuando pasaba delante de él, se reflejaba parte del limonero y de la palmera. Me gustaba simular que yo me metía dentro y correteaba por ese jardín que, visto desde esa perspectiva parecía otro. Por eso  he sacado ahora al mío. Y, al contemplarlo de nuevo, constato que todas esas sensaciones siguen ahí. Como la niña chica que aún soy.
                                                                      ¡¡Buen martes...¡¡¡

lunes, 29 de julio de 2013

Una atmósfera cargada de buenas sensasiones.

El viernes pasado os hablaba de cojines. Y os decía que son algo más que un trozo de tela, porque ayudan a crear. En este caso, con los dos de la foto, unos ambientes propicios para el sueño, para la introspección o la relajación. A través de una ventana muy singular se tamiza y difumina una luz muy cálida que invita al disfrute. Incluso, cuando permanece cerrada, como es el momento que capta la instantánea, la atmósfera es de total relax.Y los cojines ayudan a ello. ¿Os parece?

viernes, 26 de julio de 2013

Más que un simple cojín.

¡Lo que puede dar de sí un retal¡ No sé quien sería el inventor del cojín, pero fue todo un hallazgo. Porque ¿Quien no ha tenido alguna vez este trocito mullido entre sus brazos?. Ha sido el soporte para canalizar sentimientos, energías o ilusiones. Nos hemos abrazado a ellos cuando soñábamos o estábamos tristes. O para liberar al sueño y, de paso, alguna que otra risa. Nuestro amigo más fiel. Desde que me recuerdo, me recuerdo con cojines. Los bordaba mi abuela. También mi madre. Y yo, como no aprendí el oficio, los pinto. Hubo un tiempo en que no hacia otra cosa, intentando atrapar en sus entramados, toda la magia posible, esa que me hace vibrar. Es así. Siempre ha habido un imán invisible, una fuerza, que, quiera o no, me conduce a ellas. Las veo, las toco y ya no puedo escapar a su hechizo. Así que, como si con ello estuviera cumpliendo con un rito ancestral, me dispongo a cortarlas y a crear. Porque se trata de eso: una manera de plasmar y hacer realidad la fantasía que me acompaña. Este cojín de la foto es uno de los muchos que han pasado por mis manos. El tejido no es el habitual, pero no hay tela que se me resista. Esta es un piqué fuerte, en el que es dificil estamapar la pintura. Aún así, cumplí con el reto. En él pinté una cestita con flores silvestres. Yo la disfruté mucho cuando lo hice. Lo mismo, o más, que la que es ahora su dueña. Seguro que la estará acompañando en esas siestas o anocheceres viveños, mientras lee un libro o, simplemente, mira  las estrellas. Vosotros me diréis.

miércoles, 24 de julio de 2013

Libélulas atrapadas en un cuadro.

Hoy miércoles nos acompañan libélulas. Se han transportado desde el jardín al cuadro, en donde parece que corretean. Son, junto con las mariposas, de mis preferidos. Para ejecutar el fondo, simulé manchas, dentro de la gama de los ocres, amarillos y naranjas. Incluso dibujé el trazado del vuelo de algunas de las libélulas. Siempre que lo miro acuden recuerdos de mi infancia, cuando en la finca de mis padres correteaba detrás de ellas. ¿Y a vosotros?

lunes, 22 de julio de 2013

Cuadros dentro de un cuadro.

¿Qué tal el finde? Para hoy lunes os quiero enseñar una idea: Cuadros dentro de un cuadro. Tenía guardados una colección de baldosines de cerámica, en los que se representan algunos de los oficios de la antigua china. Pensé en el modo de que estuvieran a la vista y se me ocurrió enmarcarlos individualmente. Después confeccioné unas tiras de seda rosa con bordados de flores amarillas, como la tela del fondo y las pasé por detrás de los cuadros, alineados de tres en tres. Me hice con otro cuadro, de dimensiones aproximadas al conjunto, y ajusté las tiras al reverso con grapas de carpintero.  Para homogeneizar los colores, apliqué en los cuadros pequeños una pintura similar al tono de la tela y la envejecí, de la misma manera que el marco grande, con varias capas de betún de judea y una pizca de la pintura rosada. Y éste es el resultado. Una idea original que os puede inspirar en vuestras manualidades. ¡¡Hasta mañana¡¡

viernes, 19 de julio de 2013

Otra versión del mismo tema: meninas. Esta vez tratadas en tonos sepia. El motivo central, la infanta margarita y sus damas de compañía, lo pinté sobre una tela de reducidas dimensiones. Para ampliar la visión, con posterioridad, la inserté en otra, ya pegada al tablé del cuadro. Y le apliqué unas pìnceladas gruesas para homogeneizar el conjunto. En la última de las fotos se puede apreciar la línea de unión entre ambas. ¡Lo que puede dar de sí esta increible creación de Velázquez¡
                                                       ¡¡¡BUEN FIN DE SEMANA VERANIEGO¡¡¡

jueves, 18 de julio de 2013

Un pato de plumaje azulado.

El otro día recibí en mi corrreo unas fotos de una amiga. Está pasando unos días en Dublín. En ellas aparecen campos verdes,  arboledas,  riachuelos...Y también patos. Como yo he pintado muchos, no pierdo la ocasión de volver a enseñaros otro, porque son una excusa estupenda para pintar la suave gradación de matices que tienen sus plumas. Éste lo pinté cuando iniciaba el vuelo, saliendo de un paisaje similar al de la foto, lleno de juncos verdes y plantas acuáticas...No es lo mismo, pero a mí me parece suficiente. ¿Y a vosotros?

miércoles, 17 de julio de 2013

Un abanico con historia.

 Hoy os enseño un abanico con mucho valor sentimental. Su propietaria me pidió que le confeccionara una bolsa para poder preservarlo mejor. Así que me puse a la tarea y lo pinté, semicerrado, encima del bolsillo exterior. Para hacer la bolsa, combiné dos colores: el gris claro para el exterior y una tela semitransparente de la misma gama de tonos azules y verdes en el interior. Se cierra con unos cordones elásticos en los laterales. ¿Os gusta?
Pili, que sigas disfrutando de él. Hablamos.

martes, 16 de julio de 2013

Alforjas antiguas y alforjas nuevas

Hace un tiempo heredé esta alforja negra, de rayas blancas. Fue, como era común en la época, tejida en un telar, probablemente en el de mi tía Isabel, una de las hermanas de mi abuela. Hoy la he sacado al jardín para que la veáis, aunque seguro que muchos de vosotros tenéis otras similares. También os muestro unas alforjillas nuevas. Las he confeccionado, siguiendo un patrón parecido y utilizando dos clases de telas: una fuerte para el exterior y otra más suave para el forro. Ambas llevan bolsillos, también forrados. En una de ellas he pintado una flor de jara, otra de mis preferidas. En la otra, un madroño, a modo de flor, hecho de jirones de la tela con la que va forrada. Pueden servir para lo que queráis. Un ejemplo: como bolsillo de vuestro sillón favorito, en donde podréis meter mandos, gafas, libros de lectura, el móvil...  ¿Os gusta?  Si alguno de vosotros se decide, cuestan 15 euros.
También me gustaría que, si tenéis la suerte de tener una de estas alforjas, me enviéis una foto. Con mucho gusto la sacaré en el blog.
 

lunes, 15 de julio de 2013

Un arca antigua y un fragmento de "Cuadernos de vida".

Hasta ahora no os había enseñado baúles. En este caso se trata de un arca pequeña, de las muchas que he restaurado. Como suele suceder en estos casos, estaba muy deteriorada, incluso con alguna que otra quemadura- se observa el pico de una plancha antigua de hierro en uno de los laterales-. Como no tenía capas de pintura añadidas, la lije para quitar la suciedad acumulada con unas lanas de acero. Después apliqué cera de patinar de anticuario y por dentro, como podréis apreciar, la entelé con una tela, que reproduce un dibujo antiguo de amebas. Se puede utilizar para lo que queráis: como pieza auxiliar en un recibidor o en un pasillo, a los pies de la cama, para guardar ropa, libros o vuestras cosas más queridas etc...Yo la uso para guardar ropa y me viene muy bien.
Mi infancia y parte de mi adolescencia transcurrió rodeada de estos muebles. "Cuarto de los baúles" era para mí una expresión mágica. Me lleva, entre otros, al de mi abuela, en el que pasé muchas siestas, sumida en penumbras que avivaban mis sueños. No los reales. Los imaginarios. 
Como viene a colación, os transcribo un fragmento, en el que hablo de todas esas sensaciones. Pertenece a "Cuadernos de vida", el libro en el que estoy trabajando Y el capítulo, "El jurramacho". Está escrito en primera persona. Ya os hablaré de él. Comienza así:
                                             
 EL JURRAMACHO.
"Una penumbra oscura me arropa. Siento la frescura de la habitación, impregnada de olor a lavanda y a bolas de alcanfor. Como todas las tardes, y como todas las siestas del verano, estoy en el cuarto de los baúles de mi abuela. Es un cuarto interior sin ventanas.Para acceder a él hay que atravesar un dormitorio. Una cortina floreada los separa. Es mi círculo mágico. Dentro de él se activan todas mis buenas energías. Después, las voy expandiendo por la casa. Es mi laboratorio particular en  el que creo y doy forma a mis ocurrencias. Que si un vestido nuevo para mi muñeca, que si un dibujo o una pintura nuevas, que si un paseo por el zaguán, disfrazada de lo que encuentro...
Me aproximo a uno de los armarios y lo abro. Un olor a cerrado me invade de repente. Es una mezcla agradable. De madera antigua y de ropa empapada de esencias maceradas por el paso del tiempo. Meto la cabeza dentro de él y me impregno, por unos momentos, de ellas. Luego me desplazo hacia la zona del arca. Aunque me cuesta mucho trabajo levantar la pesada tapa, la subo y miro en su interior. Hay muchas ropas dentro y no sé por cuál de ellas decidirme. Tengo la intención de disfrazarme. Las sombras tampoco me ayudan. Mi brazo comienza a cansarse de mantener el peso, así que elijo al azar las que tengo más próximas. Las saco y las pongo encima de la cama.. Una de las piezas es un camisón de satén de mi abuela. La otra, unos marianos de mi abuelo, rasposos y duros al tacto. Quiero ponérmelos, aunque las pateras estrechas no son de la dimensión de mis muslos. Lucho, y, al final, por pura cabezonería, lo consigo. Mis piernas parecen morcillas, pero no me los quiero quitar. Me siento importante, como los hombres. Para disimular el efecto, me pongo el camisón. Me queda grande, así que necesito encontrar algo que lo sujete. Rebusco en uno de los cajones del mueble y encuentro una cuerda. Y con ella me lo ciño a la cintura. Cuando voy a mirarme en el espejo, me quedo abrumada por la claridad. De repente, ésta se ha adueñado de la habitación. Mi abuela, con el gesto abotargado por la siesta, me mira, justo al lado de donde me encuentro. Acaba de encender la luz. Hay cierta familiaridad en su expresión, acostumbrada a encontrarme  siempre en el mismo sitio.
-¿Pero otra vez estás aquí? ¿Y vestía de jurramacho...? Pero qué muchacha, siempre inventándose cosas pa no echarse a siesta...Anda y ya te lo estás quitando que me lo vas a emporcar..."

viernes, 12 de julio de 2013

Hoy estoy de desayuno especial...

¡Hoy toca desayunito rico¡ Para ello, he sacado al porche un mantel alargado con dibujos diminutos de macetas en los laterales, idénticas a la que he pintado en el centro. Para acompañar, unas tazas que me regaló mi madre, tambien de color lila y que forman parte de un juego de piezas numeradas. Y una jarra y vasos portugueses de cristal para el zumo de naranja. ¿Os gusta? Pues animáos a realizar vuestras composiciones. Seguro que tenéis todos los elementos para ello, sólo os  falta un empujoncito. Yo hoy lo he tenido, y aquí está el resultado. ¿Si gustáis...?
                                   ¡ ¡BUEN FIN DE SEMANA¡¡

jueves, 11 de julio de 2013

Una butaca años sesenta y otra mesita tocinera.

Como os prometí ayer, aquí tenéis la butaca, años 60 0 70, reciclada en un sillón muy cómodo. Estaba, no sé si os acordaréis, trenzada con tiras de plástico verde y blanco, incluso los brazos. Yo la rescaté del doblao de mis padres, le quité esas tiras deterioradas y, con mucha paciencia y un poco de maña, la acolché con espuma, dejando la estructura de fibra al aire. Después confeccioné una funda para poder limpiarla mejor. Lleva ya conmigo algunos años. Os muestro, además, otra foto, aunque un poco desleída, de la revista  El mueble". Con ella gané un concurso. Por la originalidad, me dijeron. Para mí fue una gran satisfacción ver que una de mis ideas resultaba premiada. Conservo el número con mucho cariño. Al lado, aparece otra de mis mesitas tocineras. La verdad es que siento por ellas debilidad. Dan mucho juego como elemento auxiliar y me recuerdan otras épocas, además de disfrutar con su restauración. La de ésta fue muy complicada, porque venía con varias capas de pintura blanca. A pesar del trabajo, valió la pena. También aparece encima de la mesita un rollo de tela antigua, tejida en el telar de una de las hermanas de mi abuela. Mi madre la recibió en su dote y, ahora ha pasado a mis manos. A veces, me entran ganas de cortar y hacer algo con ella. Pero siempre que me lo propongo, la cosa no cuaja. Así que la dejo así y, de vez en cuando, la toco y la contemplo...Quizás eso sea lo único que se pueda hacer con ella...

miércoles, 10 de julio de 2013

Un banco reciclado y mis labores de costura...

Como es verano y la vida se hace de cara al exterior, he instalado en el jardín mi sitio de operaciones, sobre todo por las mañanas, con el fresquito. Para ello, suelo utilizar un banco de madera blanca, restaurado por mí, y una butaca, que mañana os enseñaré, de los años sesenta, también reconvertida en un cómodo sillón. Paso en él horas de mucha creatividad, rodeada de telas, hilos y algunas de las labores que realizo. ¿Os gusta?

martes, 9 de julio de 2013

Una Singer y un trocito de "Retales de la memoria"




Hoy he sacado una antigua máquina de coser al jardín. Así, con esa claridad veraniega que casi hiere, la contemplaréis mejor. La guardo como oro en paño, valga la expresión. Fue un regalo y, una vez reparada, siempre que puedo coso en ella. Aunque no es tan rápida como las modernas, es una delicia experimentar el suave vaivén sobre tus piernas y, lo que es mejor, un sonido muy querido. Éste me transporta a esos días de mi infancia y adolescencia, en los que envolvió muchos de mis sueños e inquietudes. Mi madre tenía una Singer, idéntica a ésta. A través de ella, atemperaba y canalizaba energías. Las buenas y las malas. Y yo, me mecía en ellas. Mañanas y tardes de corralones y patios fresquitos, en donde, al son de la máquina, comenzábamos a construir sueños, a derrochar alegría...
Como homenaje a mi madre, inserto aquí unas líneas de "Retales de la memoria", un libro que, si salvo algunos inconvenientes técnicos, pronto publicaré en el blog. Como dice su nombre, son retales, jirones de vida. Las líneas pertenecen al segundo capítulo, narrado, como los otros once que contienen el libro primero, en tercera persona. Una niña-yo- contempla cómo su madre cose en esa Singer de nuestros recuerdos. Y yo, como autora omnisciente, los dirijo y reconstruyo.
Ahí va:
"Pilar, su madre, se aproximó al lateral, en donde se encontraba la máquina de coser, con la labor dejada a medias por la tormenta. Era un refajo tejido de rayas multicolores que al día siguiente, martes de carnaval, ella se pondría. A pesar de la tela picona, lo estaba deseando. Se fijó en él. Seguía en la misma posición encima de la máquina. Antes de comer, después de sacarlo del cuarto de los baúles, su madre la obligó a que se lo probara. Le estaba grande, como era de preveer. Para solucionarlo de manera rápida, le hilvanó unas tirantas de seda color chocolate en la cintura del refajo. Y ahora se disponía a coserlas. Así que se sentó, lo recogió y colocó una de las partes hilvanadas debajo de la aguja. Con un gesto de impaciencia marcó el inicio, accionando con la mano derecha una rueda pequeña, que se encontraba a la altura del hombro. Le siguieron las piernas, posadas en el hierro horizontal, con un movimiento ondulante y cadencioso. Al momento, la aguja traspasó de forma mecánica y reiterada la tela, guiada por las manos y el suave traqueteo. Aquella Singer negra y de dibujos dorados era mágica. Quizás uno de ellos, la esfinge en forma de leona alada, tenía la culpa del milagro. Y enganchada en él, se puso a soñar..."
"Retales de la memoria" Capítulo II, Martes de carnaval.

lunes, 8 de julio de 2013

Mis cuentos, por fin, encuadernados.

Por fin, los cuentos ya están. ¿Os acordáis de la entrada que hice a finales de mayo? En ella os hablaba de unos cuentecillos que creé para mis hijos y de El Telar, la tienda de Salamanca en la que me los han encuadernado. Os enseño parte de ellos, para que apreciéis cómo han quedado.¡Fantásticos¡ El primero de los libros es una historieta sobre las "aventuras" que corrieron mis hijos al introducirse en el teatrillo en el que yo les representaba comedias. Aparece en una de las fotos y, presisamente, en él me inspiré para crear la portada. En ella aparece mi hija, introduciéndose, a través de él, en el mundo mágico que ideé para ellos. Fue una tarea muy difícil en la que me embarqué y, aunque ahora aprecio ciertos errores, tienen la impronta de  lo auténtico, o eso creo yo. En el segundo libro aparecen tres cuentos. Uno de ellos ya lo presenté en esa página. Los otros dos se titulan "Mi gato" y "El pez rey Arturo". Mas adelante también los sacaré. Y, por último, os presento a las artífices de la encuadernación, Belén y Maite, o Maite y Belén, que de lo mismo. Fueron muy amables y, aunque me confesaron que no les gustan las fotos, sin embargo accedieron con agrado a que les hiciera una. Muchas gracias a las dos por el trabajo y enhorabuena.

viernes, 5 de julio de 2013

Mis collages favoritos. III.

Es otro de mis preferidos. En él quise atrapar un tiempo que, aunque se ha volatizado, permanece encerrado en el cuadro. Un día de playa, y mi hija, son las protagonistas. No quería entrar y miraba dubitativa a la cámara, todavía desubicada del entorno. Por eso arropé el conjunto creando una pátina especial, en la que predominan los colores de fuego, en un lado, y los fríos, en el otro. Unos representan el calor que le da de lleno en la cara y en el cuerpo y los de la derecha inciden en el agua del mar y del cielo, vistos en la lejanía. Simulé burbujas, por lo que tienen de etéreas e inconsistentes y pegué bolindres de colores. En uno de ellos, parece atrapada una paloma, preparada para echar el vuelo. Incluso podría verse una tortuga voladora. Después ideé unas frases, cuyas palabras parecen también flotar por el cuadro. Creo que fueron premonitorias. No para la paloma que aún permanece encerrada. Sí para mi hija, que ya ha comenzado a volar sola. Y, por cierto,  muy bien.
¡Ah¡ se me olvidaba un detalle muy importante: las flores que aparecen pegadas en uno de los laterales son el elemento conductor. Las cogió mi hija esa mañana de uno de los jardines que circundaban la playa y las metió entre las páginas del libro que leía en esos momentos. ¿Una coincidencia?. No sé. El caso es que las descubrí por casualidad cuando me disponía a realizar la composición. ¿Telepatía? Tal vez. Sea como fuere, forman ya parte del cuadro. Y del trocito de vida que rescaté para mi hija.
                                                     ¡ BUEN FIN DE SEMANAAAA...¡