jueves, 31 de octubre de 2013

Otro bolso-cartera importante.

Aquí tenéis otro nuevo bolso-cartera para eventos importantes. Totalmente artesano, confeccionado en una tela brocada de seda, en el exterior, y con varias capas de una fina tela rosa en el interior. Pesa muy poco, con el espacio suficiente para llevar solo algunas cosas necesarias. Además se le puede incorporar una cadena. ¿Os gusta?. Se puede coordinar con el resto del vestuario. Si estáis interesados no tenéis nada más que decírmelo.
                                                     
                                                          ¡¡¡ BUEN FIN DE SEMANA¡¡¡

martes, 29 de octubre de 2013

Una portada para mi libro.

Hoy os presento la posible portada de mi libro. La he tenido durante algún tiempo guardada y ya ha llegado la hora de que la veáis. Y "Retales de la memoria" también, aunque algunos fragmentos  los he publicado en el blog. Pero eso será motivo de otra entrada. Ahora os voy a contar su historia. Porque la tiene. Yo quería algo diferente, aunque no sabía el qué. Lo estuve rumiando durante un tiempo, hasta que se me presentó la oportunidad. Y lo hizo en forma de foto antigua, fechada en Santander, a finales del siglo XIX. Un auténtico flechazo.  Enseguida me cautivó la imagen, así como el tratamiento de los colores. Habían adquirido una pátina especial, como si el velo del tiempo se hubiera posado sobre ellos, dándole a la foto una impronta única, diferente. Eso era lo que quería. Además, casaba con el espiritú de los textos, así que decidí que tenía que ser ésta. Una niña, como es el caso de la protagonista del libro, mira al objetivo, semi-escondida detrás de una cortina. Parece dispuesta a salir al mundo. Como escaso bagaje, una maleta diminuta de piel y un muñeco. Una premisa de la que  participa también nuestra niña, deseosa  de aventurarse por él, aunque sus excursiones no vayan más allá del cuarto de los baules o de los pasillos silenciosos de la casa de su abuela. En un ambiente de claros y sombras, como los colores de la foto. Sobre ella, decidí insertar otra foto en blanco y negro, de los años sesenta. Años también mágicos, como el matiz de sus colores. No podría imaginarme esa realidad en tonos estridentes. Una realidad como la de la tele y la de sus películas en blanco y negro. En ella, Doña María, la maestra con mayúsculas de mi pueblo, posa con sus alumnas. Y en el centro. No podía haber sido de otra manera porque, en aquellos años,  también estaba en el centro de nuestras vidas. Es obvio el motivo por el que aparece. Lo demás, se sobreentiende, o eso es lo que pienso.
Dicen que las portadas de los libros deben de ser capaces de introducirnos en la historia que se cuenta. Como una puerta, que, una vez abierta, tenemos que franquear. El reto es dificil. ¿Lo habré conseguido? Ya me lo contaréis.

lunes, 28 de octubre de 2013

Una flor-joyero.

Hoy, para endulzar el lunes, os presento mis flores-joyero. Como podéis apreciar por las fotos, son telas superpuestas que simulan una flor. Abiertas sirven como contenedor improvisado de joyas. Cerradas se convierten en una práctica bolsita para llevarla en la maleta o en el bolso. Tienen el atractivo de que pesan poco y caben en qualquier parte. En todo caso, pondrán, allí donde las dejéis, una nota personalizada de distinción. Porque ¿A quien no le gusta una flor? Vosotros me diréis.

viernes, 25 de octubre de 2013

Que por bolsas no sea...

Y para finalizar la semana, os enseño otra de mis bolsas, de una serie realizada en tonos rosados. La de la foto va coordinada con una tela de batista de algodón, con un estampado muy diminuto, aunque no por eso menos atractivo. Precisamente de él, extraje el dibujo que aparece encima del bolsillo. Como siempre, se cierra con un cordón doble en los laterales. Que lo disfrutéis.
                                              
                                        ¡¡ BUEN FIN DE SEMANA OTOÑAL¡¡

martes, 22 de octubre de 2013

"El cuento de las cuatro hermanas y la magia de Campanilla" Mis meriendas con Teresa. V.

Pues prosigamos:
"...Dejo la Avenida y me adentro por el lateral que conecta con la calle en la que viven mis hermanas. Tardo poco en llegar al portal. Es otoño, pero el verano no quiere irse. Lo huelo en el ambiente cargado de esencias híbridas. En el ascensor me miro de refilón en el espejo. En la imagen todavía puedo encontrar restos de lo que fui. Me sonrío.Salgo y el olor que flota en el descansillo me devuelve a la realidad. En este caso, agradable, muy agradable. No tardo en comprobarla en su salón. Hay algo mágico en él. Como si mi hermana hubiera hecho un pacto con Campanilla y su varita mágica. Porque polvo de estrellas es lo que se esconde detrás de todo lo que veo. Es la explicación que se me ocurre al entrar en él. Incluso la luz-tan especial- que entra en la estancia parece sacada de un cuento. El de "Las cuatro hermanas podría ser..." pienso mientras no paro de hacer fotos. Quiero captar la esencia de estos instantes, antes de que el polvillo mágico desaparezca de las servilletas, de las tazas, o de los centros que hay por toda la mesa...
"Eran una vez cuatro hermanas que, de vez en cuando, se reunían para mirarse y hablar..." mientras pienso en el posible inicio del cuento, observo a Tere. Domina la puesta en escena como la anfitriona que ya es. Se lo ha ganado a pulso. Después me fijo en el collage que hace ya algún tiempo le regalé. Lo tengo enfrente. "Un día de estos lo tengo que sacar en el blog..." me digo al tiempo que me sorprendo con las notas de una cancioncilla escrita en él de mi puño y letra.  "Teresaaa la marquesaaa, tipití tipitesa...Tenía una corona,tipití tipitona..." repito varias veces, a la par que constato que en el estribillo hay mucho de su personalidad, de su forma de ser. La voz suave de mi hermana Pili y el aire fresco de su abanico, me devuelven otra vez a la realidad. O, lo que es lo mismo, al cuento y a la magia de la habitación...En ella también se han colado las emociones. Bailan entre las tazas, tintinean en los cristales y se deslizan por los manteles para acabar alojadas en el brillo de los ojos...Y en las sonrisas...

Esas fueron las sensaciones que experimenté y que se han dejado atrapar por mis palabras...

Gracias Tere.
Por esa magia con la que nos obsequias en cada una de tus meriendas...
Por ese derroche de imaginación y fantasía, propias de los cuentos que leíamos de pequeñas...
Por poner en tus labios una sonrisa, aún cuando te pesen tristezas...
Por construir ilusiones...
Por querernos...

Mirad las fotos con ojos nuevos...
Quizás entre ellas se escondan las centellas de Campanilla...

Para mañana...

De nuevo a la carga. Y, como siempre, nos ha sorprendido. Hablo de "Mis meriendas con Teresa",una reunión en la que, después de cinco entregas, la anfitriona, mi hermana, ha vuelto a reinventarse...Otro giro de tuerca que ahora me toca  superar.
Pues allá vamos...
"Hace calor..." pienso mientras me dirijo a casa de mi hermana Tere para merendar.Parece que el veranillo de los membrillos se extiende más de lo debido...." me susurro, a la vez que noto el calor pegado a mis ropas, aún veraniegas. Bajo el primer tramo de la Avenida Virgen de Guadalupe...

Este será el inicio del pequeño capítulo que tengo reservado para mañana...

Como aperitivo, esta foto...

lunes, 21 de octubre de 2013

Es tiempo de otoño...

Es tiempo de otoño.
Una estación para la calma. Para la reflexión y la introspección personales. Y, también, para el cambio. Un replegamiento colorido y necesario para no caer de golpe en las garras del invierno. Soy Libra y no puedo sustraerme a ello, como tampoco a la belleza que me ofrece. Y lo hace desplegando todos sus encantos, como el pavo real sus plumas para hipnotizar a la hembra. Ya sé que no hay adjetivos ni metáforas nuevas para describir todo lo que siento. Ya otros, que vivieron antes que yo, me cogieron la delantera y me robaron ese placer. Ahí están sus versos para atestiguarlo. Pero hay algo que nunca me podrán robar: la capacidad de asombrarme cada otoño con este milagro de la naturaleza...
¡Que nunca se baje el telón...¡
Y por eso de que más vale una imagen que mil palabras os enseño esta composición fotográfica. Un pobre aperitivo del festín de los sentidos que nos rodea en esta época. Que lo disfrutéis. Y el otoño...por supuesto.

jueves, 17 de octubre de 2013

El comercio de tio Nicasio...

¿En qué comercio u ultramarino de los de antes no había un peso de estos? Yo creo que en todos. Un objeto cotidiano y querido, por el que pasaron y pesaron la mayor parte de los alimentos de nuestra infancia y parte de la adolescencia. En mi pueblo los hubo, como era de rigor. En el comercio de tio Flores, el ultramarino por excelencia, en el de tio Damián y o en el de tio Nicasio. Todos los recorrimos en un ir y venir continuo de "recaos" y de risas, cuando el tiempo nos era propicio y podía estirarse tanto como los chicles "bazooka" que vendía tia Escolástica en su carrito de chucherías. Para acompañar este cuadro, que realicé hace ya algún tiempo, me ha parecido oportuno introducir un fragmento del capítulo 3º de "Retales de la memoria", en donde hago una descripción del comercio de tio Nicasio, según las imágenes que todavía conservo de él en mis recuerdos. Y, además, porque me lo ha traído a la memoria  Cheli, una prima que, aunque vive en Barcelona, lleva muy adentro Extremadura. Tal es su añoranza. Va por tí.

"...El comercio estaba a medio camino de la plaza del cine y La Fontanilla. Un sólo escaparate exhibía pizarras con pizarrines, cazuelas de color rojo, cazos, calcetines-colgados de una cuerda- medias de cristal, velos, cuadernos, trozos de bacalao desalado en un cuenco de pedernal y latas de conserva en una mezcolanza de olores díficil de digerir. En el interior, un mostrador corrido de madera desgastada. Éste, en forma de ele, ocupaba dos de los laterales del comercio. Encima de uno de ellos,  un peso amarilleado por el uso con una bandeja extraible. Detrás, en estantes de madera, la mercancia variopinta. El otro lateral estaba ocupado por un pequeño despacho desde el que tio Nicasio llevaba las cuentas. A veces, por falta de tiempo o de interés, muchos artículos se encontraban a ras del suelo, junto al mostrador. Cajas de fruta o de verdura, baños, cubos, escobas o cualquier otra cosa entorpecían a las clientas habituales. Algunas, al tiempo que buscaban un sitio, también lo procuraban para su impaciencia.
(...)Aparecieron de repente, resudosas y cansadas. Se pusieron las primeras.
-Que nos ha dicho mi madre que nos des moldes pa las madalenas- le pidieron al unísono al tendero, aún con los sofocos prendidos en las palabras.
-¡Hay que ver con las niñitas¡ A guardar cola como toas...-exclamó en voz alta una señora vestida de negro.
-No seas antipática que las niñas sólo quieren eso y tienen prisa.-le respondió tio Nicasio.
-Por mi que pasen...-atajó la primera de la cola con una sonrisa.
La mujer de negro seguía relatando:
-Pues si las das la vez, la pierdes, que no estamos aquí pa perder el tiempo...
-¡Cómo está hoy la Catalina...-suspiró el tendero- ¿Qué es lo que quieres? que te despacho a ti  y así no protestas...
-Bien bueno está...-rezongó la señora, al verse en el centro de la atención de los demás- Se lo dé y no hablemos más. Concluyó.
 -No cuesta nada hacer un favor.-intervino otra vez la primera, mientras miraba cómo tio Nicasio, escondida la mirada tras las gafas y con el labio inferior casi caído, extraía los moldes rizados de una bolsa transparente.
 Se movía con marcialidad, sin perder la paciencia, acostumbrado a lidiar con las mujeres. Desde muy joven se había curtido en el oficio. Y en él había envejecido. Ahora una calvicie incipiente y una papada gruesa rodeaban su expresión afable, así como una barba de días. Por lo general, llevaba camisas de manga larga. Solía arremangárselas a la altura del codo. Los pantalones, oscuros y desgastados. Un cinturón, ya viejo, abrazaba y contraía su cintura. Controlaba el comercio y a los clientes levantando la mirada por encima de las gafas.Éstas, grandes y espesas le aumentaban los ojos y los números, que, indefectiblemente, tenía que echar. Luego volvía a esconder la expresión dentro de ellas, seguro de su territorio.
Una vez contados los moldes, los envolvió en un trozo de papel de periódico. Los tenía al lado del peso, junto con pliegos de papel de estraza, que reservaba para la mercancia más delicada. De todos los productos del tendero, la mortadela en lata y el chocolate con leche eran sus favoritos. Además, este último llevaba dentro un cromo que desprendía un profundo olor a cacao. El momento en que rasgaba el papel para descubrirlo era especial, lo mismo que el primer muerdo de la tableta. Así, entre el olor a cacao y las estampas floreadas de la colección se le pasaban las horas de un tiempo que ella creía eterno. En veranos posteriores, cuando los frigoríficos eran sólo un anuncio en la tele de los sesenta, tuvo por costumbre fabricar unos polos caseros tan rudimentarios que a la primera chupada se quedaban en el hielo. Jacinta y ella esperaban a que pasara la hora de la siesta para ir a por ellos. No les importaba atravesar el tramo de la calle hasta el comercio, con el sol pegajoso calentando sus ropas. Al entrar se topaban con los olores peculiares de la tienda y con los ojos aumentados de tio Nicasio, prestos a salirse de sus gafas rayadas. No necesitaban decir qué querían. El tendero al momento les sacaba los polos. Éstos llevaban esculpida en hielo la silueta de la cubitera en la que había derramado el líquido. Solían ser de fanta o de coca-cola..."

"Retales de la memoria" Capítulo tercero: "Sobre magdalenas, cirios encendidos y comedias..."
Cheli, que lo disfrutes tanto como yo cuando lo escribí...


martes, 15 de octubre de 2013

Estudio de nenúfares.

Otra de los motivos que, a veces, me sirven de inspiración son los pequeños detalles, como el que os muestro, tomado de un lateral de un estanque con nenúfares. Es el último de los que he pintado hasta ahora. En él he querido transmitir la frescura del sitio, con parte de las hojas y los capullos sumergidos en el agua, así como un estudio exhaustivo de las hojas y de las diferentes posiciones que estas adoptan en el agua. Espero que os guste. Feliz martes.

lunes, 14 de octubre de 2013

Mis collages favoritos. IV. Va por Chus.

Es otro de mis collages preferidos. Lo ejecuté hace algo más de un año y disfruté mucho ideándolo. En ella aparece María Jesús, la protagonista, en traje regional. Mira con desparpajo al objetivo, sin asomo de timidez, faceta ésta que ha le ha valido mucho en su trayectoria como modelo ocasional. Algo innato en ella.  Para realizar el fondo jugué con diferentes tonalidades, en la gama de los ocres, para dar preponderancia al traje y al mandil. Modifiqué, también en parte, los colores del mantón, así como la falda, dando pinceladas aguadas de blancos y amarillos. Incluso simulé plumas en la parte derecha del cuadro. Le acompañan unas mariposas, que parecen gravitar entre la atmósfera etérea del cuadro. Una de ellas con una cola muy sugerente: el lazo que sujetaba el moño. Como colofón, para hacer un guiño a ese tiempo atrapado en el collage, pegué el mandil que llevaba en la foto. Un punto de unión, un puente que le tendí a María Jesús para reencontrarse con ese momento del pasado. Ahora lo traigo al blog para homenajearla. Se ha casado. Y, aunque ya no es la niña de la foto, la pose, el saber estar sigue con ella. María Jesús que sigas siempre así. Con cara de niña buena, que habla de tu interior... Y cuarpazo de infarto...

viernes, 11 de octubre de 2013

Otra bolsita...

Una bolsita más que sale de "Trapos de Purichi"...
¡¡Que la disfrutéis junto con el fin de semana¡¡

miércoles, 9 de octubre de 2013

Otra vez para Tinti Pinti.

Ya regresa...
Jacinta entorna levemente los párpados. Una breve bruma-un efecto óptico-envuelve la habitación. El verde de la pared se le antoja gris.Hay, además, sombras que no puede identificar.Un peso desagradable sobre los párpados la obliga a regresar a las tinieblas."La anestesia", piensa, al tiempo que se nota, aún ingrávida entre las sábanas.Ahora mueve la cabeza, hace un esfuerzo sobrehumano para entornarlos de nuevo y se gira hacia la izquierda. Por el rabillo del ojo detecta la figura inconfundible de Ana, su hija.Está sentada en el sofá, con el móvil entre las manos. Una luz que parpadea envuelve su gesto. Parece toda ella transmutada al interior del artilugio. No obstante, sus hombros hablan del peso de la espera.
"Aún no", piensa, envuelta en una resaca de sedantes. Un calor de hospital y de herida reciente
envuelve todo su cuerpo. Y también su mente debilitada. Por inercia, mueve la mano derecha y la posa sobre la zona operada. A pesar de los vendajes, detecta un rumor, una corriente sorda de vida que fluye por sus entrañas seccionadas. Le da miedo cambiar de posición. Así que se vuelve hacia ella misma y se topa con los recuerdos. Esperan, como un ejército aleccionado, para devolverla a su realidad.Una realidad escrita con nombres queridos. Sus labios, quebrados e insomnes, quieren nombrarlos, pero no puede. Un ruido le hace regresar a la habitación. Mira al frente. Las sombras del fondo ya no lo son tanto.Unas flores blancas desdibujadas emergen de la pared. Algo se le revuelve en el estómago. Sentimientos ácidos que acaba de rescatar. La llevan a la noche anterior, en la antesala de la desolación. Cables, soledad, lágrimas, un tiempo al borde del precipicio...Y el regreso. "Estoy salvada" se susurra, llena de temores. Estos la rondan sin piedad, martilleándo su cabeza. Vuelve a intentar cambiar de postura y se encuentra con unas manos suaves, sedosas. Le acarician la frente y, despues, limpian su sudor. Jacinta disimula, estirando el momento, borracha de felicidad. No quiere que se rompa el leve equilibrio, después de tanta incertidumbre, apenas digerida. "Mamá, mamá..." oye ahora, al borde del llanto. Ana, que ha intuído su regreso, le insufla un aliento cálido con sus palabras. La besa y le coge la mano. Después sonríe...
Como cómplices mudas, las flores.
Una rúbrica pictórica para este cuento con final feliz.
Me he permitido esta licencia poética para homenajear a mi hermana. Ponerme en su piel e intentar, procesar todo lo que sintió en momentos tan cruciales.
Y como me encantan las flores, sucumbí a la belleza de esas orquideas que fueron testigos callados de  instantes de felicidad, cuando uno comprueba que su mundo sigue ahí. Afortunadamente, encajado. Como las orquideas en el cuadro.




         ¡¡QUE LO DISFRUTES JACINTA¡¡






lunes, 7 de octubre de 2013

Para ir de boda...

Teniendo a mano telas e imaginación no necesitas más. Lo digo por la pregunta de ¿...Y qué me pongo? cuando estás invitado a un evento importante, como en el que yo estuve el sábado. Se casaba uno de mis sobrinos y, como una celebración especial que era, también quería crear algo especial. Ya sé que hay miles de opciones, cantidad de tiendas que te ofrecen múltiples combinaciones, pero quería otra alternativa. Y la encontré en una tela fuerte, tipo chanel, de color coral. Y en otra, más liviana, de color gris y con florecitas del mismo color. Con ellas ideé el bolso limosnera de la imagen, al que añadí una muñequita, vestida con la misma tela. Para dar conexión al conjunto, decidí incorporar a la torera de punto dorado, que llevé con un vestido negro, una banda confeccionada de las mismas telas por parte de su perímetro. Rematé las puntas con una espiral trenzada y un botón-joya, de cristal, igual al que prendí en otra parte del bolso. Me gustó tanto el resultado que me decidí a llevarlo. Lo disfruté mucho, tanto como la boda, que resultó todo un éxito.
¡¡VA POR LOS NOVIOS Y POR TODOS LOS INVITADOS...¡¡

jueves, 3 de octubre de 2013

Más cuadros en arpillera.

Hoy os presento esta pareja de cuadros. La pintura la realicé sobre una base de saco o de arpillera. El proceso fue algo lento, porque su imprimación resultaba dificil, dada la especial textura porosa de la tela. No obstante, fui capaz de terminarlos y, desde hace algún tiempo, adornan el pasillo de la casa de mis padres. ¿Os gustan?

martes, 1 de octubre de 2013

Extremadura en una mantelería.

El fin de semana pasado tuve la ocasión de entregar uno de mis trabajos a un matrimonio en el primer aniversario de su boda. Fue un encargo que he realizado con mucho gusto, porque los conozco desde hace tiempo. Se trata de una de las mantelerías que pinto sobre la flora extremeña. Ya he publicado en el blog una muy parecida, pero, a la vez, diferente. La tela, en esta ocasión, era una loneta brocada. Además, incluí en dos de las esquinas de la guirnalda sendas aplicaciones de entredoses bordados, en forma de ele. El dibujo era ovalado e incluía el lema"Flora extremeña" que, en otras realizadas por mí, no aparece. Por lo demás, las flores y frutos presentados difieren poco, aunque, indudablemente, el resultado, al ser todas a mano alzada, nunca puede ser el mismo. Por eso son únicas.

Os dejo varias fotos de la mantelería y del momento de su entrega.
Carolina, Niko, a disfrutarla por mucho tiempo...