lunes, 22 de septiembre de 2014

Una camilla con solera.



Una camillita de las antiguas. Toda ejecutada en madera, incluso la tarimilla. Cuando me la regalaron enseguida supe que le sacaría partido. Retiré toda la capa de suciedad que se había ido adhiriendo a la madera para dejarla así, con todas las estrías y dibujos que presentaba. Ya la he buscado un sitio y una utilidad. Pero os lo contaré más adelante cuando ese lugar esté también acondicionado. Besos.
En una de las próximas entradas os transcribiré parte del primer capítulo de "Retales de la memoria", en donde muchas emociones y viviencias se vivían alrededor de una camilla muy similar.


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