miércoles, 2 de julio de 2014

Mis periquitos.



Una semi-acuarela que acabo de pintar. Es de unos periquitos de mi jardín. ¿Los conocéis? Son esas flores sencillas que adornan las calles de nuestros pueblos. El más humilde de sus rincones está engalanado con sus colores. Cualquier sitio es un lugar perfecto en donde anidar y sorprendernos con su aroma. Mi madre tenía una mata a la entrada del jardincillo exterior de la casa y, cuando salía por las noches nunca se me olvidaba coger algunos. Enredaba con sus texturas de camino a la casa de mi abuela y, de vez en cuando, me embriagaba con su olor. Es algo que nunca olvidaré, asociado a las pituitarias de mi memoria. Hoy, por suerte, los disfruto en mi jardín y, al olerlos, rescato fragmentos de mi vida.
Al hilo de los recuerdos, os voy a transcribir un fragmento de "Retales de la memoria", en donde, como no, también hay un sitio para ellos.

"En los últimos días de julio, antes de San Lorenzo, las gentes sa afanaban en dar un lavado de cara a sus casas. El olor de la cal, junto con el de melones, sandías y flores eran el anuncio de las fiestas que se aproximaban. Fachadas y muros, llenos de desconchones por las lluvias del invierno y de la primavera, eran reparados por las mujeres. Provistas de cepillos de barrer, a modo de brochas rudimentarias, intentaban acometer la tarea con más tesón que maña. Aunque sólo las maquillaban, porque sabían que, cuando volviera el mal tiempo, también lo harían las manchas de humedad. Como ya lo tenían asimilado de antemano, disfrutaban del momento. Y lo hacían con la fresca, antes de que el calor les arrabatara las ganas de finalizar la tarea. Provistas de pañuelos oscuros a la cabeza iban dejando en las paredes, con un pulso irregular, un reguero de agua blancuzca que, más tarde, al secarse, y  después de varias capas,, confería a las fachadas una impronta diferente. La luz allí reverberada era especial. Parecía que la esencia del verano se hubiera quedado pegada, junto con la pintura, en cada una de ellas. Después, sentadas al fresco, satisfechas, disfrutaban con su olor y con el de los periquitos. Como un bálsamo suave, todos los atardeceres se abrían al aire calentón que solía envolver las noches del pueblo."
"Retales de la memoria"  Libro 1º. Capítulo 7.

6 comentarios:

  1. Consuelo garcía.3 de julio de 2014, 5:09

    Qué bonito, Puri. Eres capaz de meternos en eso que cuentas. Felicidades.

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    1. Aunque no te conozco, te agradezco mucho que me sigas y que me hagas esos comentarios tan bonitos. Besos.

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  2. Tienes la capacidad de sacar recuerdos y emociones con cosas tan sencillas....Esas eran mis noches de verano en Ibahernando! Gracias Puri, espero el siguiente.Un abrazo.

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  3. Gracias, Conchi, me alegra que coincidamos en los recuerdos. A mí siempre me han gustado las cosas sencillas, pienso que en ellas se encuentra lo auténtico. Besos.

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  4. Me gustaría leer entero ese libro que aparece y desaparece como el Guadiana. ¿Lo publicarás algún día?

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  5. No lo sé. La cosa está dificil, pero todo se verá. De momento, pequeñas entregas. Gracias.

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